Tenemos un tiempo revuelto. Inviernos muy fríos y veranos muy calurosos, prolongándose a lo largo del tiempo, en meses que no se corresponden con las temperaturas que aparecen. Es como si no tuviéramos estaciones de transición. Pasamos del frío al calor en cuestión de días. Por eso nos interesa tener nuestro hogar aclimatado, analizamos en este artículo algunas de las opciones.
Normalmente, combatimos el calor con aire acondicionado y ventiladores. Cuando llega el frío encendemos la calefacción. Se han convertido en elementos básicos de nuestra vivienda. Sin embargo, con el precio que ha alcanzado la energía suponen un agujero en nuestros bolsillos.
La electricidad se ha situado máximos históricos. Onda Cero publicó en su web que el recibo de la luz en el 2021 fue un 33% más caro que el año anterior. La tendencia ha continuado en el 2022 y las previsiones señalan que no bajará. A pesar de medidas como la reducción del IVA, los cargos y los impuestos, el precio del mercado mayorista sitúa el Megavatio/hora en unos niveles desorbitados. La consecuencia es que mientras el gasto mensual de una familia media hace unos años era 56 €, en estos momentos se ha disparado por encima de los 75 €.
Muchos disponemos de calefacción de gas natural. Una alternativa que se vendió durante años como la manera más económica de tener toda la vivienda caldeada en invierno. El precio que ha alcanzado este hidrocarburo a raíz de la guerra de Ucrania, y del chantaje que utiliza Rusia para cortar su abastecimiento a Europa, ha hecho que el coste de la materia prima se dispare un 65%. Este amento nos lo aplica la empresa distribuidora en los recibos que pagamos mes a mes.
La situación es tan preocupante, que por primera vez en la historia, las autoridades se atreven a aconsejar una temperatura máxima para los equipos de climatización en hogares y comercios. 26 grados en verano para los aires acondicionados y 21 para las calefacciones en invierno.
España es energéticamente dependiente. Una parte importante de la electricidad que consumimos la importamos de centrales eléctricas francesas. Podríamos desarrollar las energías renovables, nuestro país tiene condiciones para ello, pero hoy por hoy las infraestructuras de energía solar y eólica son insuficientes y la producción de electricidad por estos medios muy cara.
La solución para climatizar nuestros hogares y reducir el gasto energético pasa por otros planteamientos.
Paneles solares.
La Cadena COPE informa que colocando paneles fotovoltaicos en los tejados de los edificios, cada vivienda podría ahorrar hasta un 50% del recibo de la luz. El 85% de los hogares podrían instalar esta tecnología y empezar autoconsumir su propia electricidad.
En España se dispone de 2.500 horas de sol al año, por lo que tiene una gran capacidad para generar energía solar. Si se implementara de forma masiva, hasta 92 millones de hogares se podrían beneficiar de ella. Los paneles solares, al tiempo que generan electricidad, calientan el agua, produciendo el mismo efecto que el gas natural en las calderas que abastecen a las calefacciones y nos proporcionan agua caliente.
Las ayudas del gobierno financian hasta un 40% del precio de su instalación.
Ya hemos pasado por esta situación. Hace unos 15 años la Unión Europea subvencionó la energía solar en los domicilios para dar salida a los paneles fabricados por grandes empresas alemanas. Por todos los rincones de nuestro país surgieron empresas especializadas en su instalación.
Unos años después, el gobierno aprobó el impuesto al sol. Los domicilios y edificios que tenían instalados los paneles debían pagar un impuesto a las eléctricas para poder utilizarlos. Como consecuencia de ello, en poco tiempo se volvieron inoperativos. El recibo de la luz de una vivienda que se autoabastecía era más caro que si se conectaba a la red eléctrica.
Desde mi punto de vista, el apoyo público a la instalación de paneles solares es una medida provisional. La política de transición energética no pasa, en lo fundamental, porque los hogares se autoabastezcan de energía solar, sino porque sean las grandes compañías eléctricas las que la produzcan.
Después del importante desembolso que supone instalar esta tecnología, aunque se subvencione una parte del mismo, se corre el riesgo de que una decisión política las eche por tierra.
Ventanas de PVC.
Las ventanas de PVC tienen un poder aislante infinitamente superior al de las clásicas ventanas de aluminio. Pueden separar radicalmente la temperatura que hay dentro de los edificios de la que existe en el exterior. Esto significa que para mantener una vivienda fresca en verano o caliente en invierno necesitamos gastar menos en calefacción o aire acondicionado, ya que se pierde menos temperatura.
Es un planteamiento completamente distinto. No se trata de ingeniárnosla para auto-producir electricidad, sino de gastar menos energía porque no la necesitamos. Nuestra vivienda gana en eficiencia energética.
El PVC es un tipo de plástico que no deja pasar el aire, el agua, el frío y el calor. Es muy resistente al fuego, de hecho frena la propagación de las llamas en caso de incendio. Se trata de uno de los materiales con un mayor poder aislante de los que se emplean en la construcción.
Para darle rigidez, las molduras cuentan en su interior con una barra de acero inoxidable. Por su propia configuración disponen de varias cámaras huecas, que indirectamente aportan una mayor impermeabilización.
Al ser plástico, tiene una gran capacidad de adaptación y un fácil corte para su colocación. Una parte importante de los talleres de carpintería de aluminio han pasado a trabajar con este material, ya que ofrece unas mejores prestaciones.
Mientras en las clásicas ventanas de aluminio, era la doble capa de cristal la que realizaba un cierto aislamiento térmico y sonoro, puesto que el aluminio es un metal conductor del frío y dejaba salir el calor, en las ventanas de PVC, la ventana en su conjunto sella la vivienda.
En los países más fríos de Europa, hace años que se sustituyó el PVC en las ventanas respecto a otros materiales. En Rusia el 85% de las ventanas son de este tipo, en Polonia y Eslovenia representan un 80%, en Alemania un 70% y en Francia un 65%.
Aunque no está recogido expresamente en el BOE, en los hechos las comunidades autónomas están subvencionando hasta en un 40% la instalación de las ventanas de PVC, acogiéndose a la política del gobierno de favorecer las reformas en pro unas viviendas más sostenibles. Su colocación es menos costosa que la de las placas solares.
Aislamiento térmico sin obras.
Dentro de la misma línea de conseguir una mayor eficiencia energética en los hogares, se están desarrollando técnicas que permiten aislar térmicamente las viviendas sin realizar ningún tipo de obra. CrearSur Aislamientos, una empresa de Granada con más de 15 años de experiencia en el mundo de la construcción y las reformas, considera muy interesante el empleo de técnicas de este tipo para lograr un aislamiento térmico y sonoro de una forma sencilla y rápida.
El mecanismo consiste en aprovechar las cámaras de aire que existen en las paredes de las viviendas para insuflar un material aislante a granel. El aislante se distribuye por toda la cámara vacía creando un aislamiento sin puentes de contacto que evita la circulación libre del aire. El material aislante impide la entrada de frío y de calor en la habitación, manteniendo la temperatura interna y generando un aislamiento térmico mayor aún que las ventanas de PVC.
Lógicamente, para colocarlo es necesario tener conocimientos de construcción. Detectar esas cámaras de aire. Es necesario hace pequeños agujeros en la pared, colocados de forma estratégica. Con un compresor especial a presión se inyecta el aislante, y finalmente se cubre el agujero y se pinta, de manera que no se note para nada la intervención.
Se puede realizar desde el interior de las habitaciones, aprovechando las cámaras de aire que se han creado detrás de las paredes. Impermeabilizar los techos. Servirse de los tras-adosados exteriores que hay en las fachadas de algunas casas, generar una cámara con tras-adosado de yeso e insuflar el aislante, y en aquellas casas en las que es posible combinar el insuflado exterior con el interior.
Para realizarlo es imprescindible que un técnico visite previamente la vivienda y evalúe en que paredes y superficies se puede realizar el aislamiento, que analice la eficacia del tratamiento, y a raíz de ahí presente un plan de acción y un presupuesto. El precio varía en función del trabajo a realizar y del material que se necesite emplear.
En principio, este sistema es válido para todo tipo de viviendas. Desde pisos hasta casas tradicionales o chalets unifamiliares. El insuflado puede tardar de uno a dos días. Es rápido, económico, no ensucia, no necesita dejar la vivienda y requiere un mantenimiento nulo. En aquellas paredes en las que hay moho o humedad desaparece por completo.
La solución para ahorrar en energía y mantener una temperatura adecuada en la vivienda, con independencia del estado climatológico, pasa por impermeabilizar el inmueble, haciendo que mantenga la temperatura interior. De esta forma ganamos en comodidad y respetamos el medio ambiente.