El hobby de la taxidermia

Para los cinéfilos, hablar de taxidermia, puede hacerles evocar a un joven psicópata, conocido como Norman Bates, aficionado a la taxidermia entre otras cosas. El protagonista de Psicosis, la obra maestra de Alfred Hitchcock, tenía este hobby y hacía gala del mismo, decorando su propio hotel con sus excelentes creaciones. Sin embargo, es muy posible que no se conozca en profundidad este arte que, ha logrado que, museos de ciencias e historia, cuenten en sus itinerarios con animales en perfecto estado de conservación.

Los compañeros de Artespray, conocedores de todo tipo de aficiones artísticas por ser proveedores de material para manualidades y bellas artes, nos han hablado del relleno que utilizan los taxidermistas para realizar sus trabajos. Como no podía ser de otra manera, han despertado nuestra curiosidad y nos hemos puesto a indagar sobre esta interesante labor. Labor que puede ser un oficio en toda regla o, convertirse en un hobby con todas las de la ley.

Empezando por el significado de la palabra, se entiende como taxidermia al arreglo o acomodo de la piel. Este arte, oficio, profesión, disciplina o afición, consiste en la preparación de la piel de animales y su consiguiente relleno para concederles un aspecto natural y lograr que sigan pareciendo vivos. La finalidad de esta práctica, contaba con fines generalmente científicos. Aunque también se realiza con una finalidad menos altruista y las obras o piezas, se utilizan como decoración. Independientemente de su finalidad, la taxidermia, es una actividad fascinante de la que queremos saber un poco más, si eres una de esas mentes curiosas y te interesa el arte de la disecación, sigue leyendo.

Qué es la taxidermia

Es inevitable acudir a un museo de ciencias o antropología sin encontrarse en ellos con animales de especies que no podemos encontrar en nuestro entorno habitual. Incluso, piezas de animales que han sido extinguidas, pueden ser contempladas en ciertos museos. No, no hablamos de las excelentes recreaciones que pueden llegar a hacerse, si no de animales que, en su día, fueron preparados, una vez sin vida, para su conservación. Especies exóticas, animales de otras zonas remotas… todo cabe en el campo de la taxidermia y la conservación de ejemplares, para su posterior observación y estudio.

La preparación de estos animales y su posterior exhibición, corre a cargo de unos profesionales, cuya disciplina puede ser considerada como arte, técnica, oficio, etc. Los taxidermistas, son los encargados de llevar a cabo esa preparación tan minuciosa como cuidadosa, casi artística de los ejemplares sin vida que llegan a sus manos. Para conferirles ese aspecto natural, semejante al que posee un animal vivo, recurren a un proceso de disecación de los animales, considerando las proporciones del ejemplar.

Hablar de taxidermia, es hablar de esa disecación de la piel, aunque pueden utilizarse algunos huesos. Este hecho, separa taxidermia de embalsamamiento, ya que esta última técnica, pretende conservar de forma natural o artificial, la totalidad del ejemplar. La taxidermia consiste en una disciplina antigua, aunque no mostró sus primeros resultados hasta el siglo dieciocho, gracias preparadores o naturalistas de la época. Posteriormente, la disciplina se extendió, se modernizo y se fue haciendo cada vez más sofisticada.

Entre los principales propósitos de la ejecución de esta actividad, se encontraba la preservación de las especies exóticas para su posterior exhibición, estudio y catalogación. En aquellos tiempos, existía un gran interés por las especies de animales desconocidas y, por tanto, nuevas, descubiertas en otros continentes. Poder darlas a conocer en cualquier parte del mundo con su aspecto real, era una de las finalidades de esta disciplina. Gracias a la taxidermia, podía promoverse el conocimiento mediante exposiciones a las que acudían las grandes masas que sentían curiosidad por conocer más respecto a los animales que crecían en otras partes del mundo.

Con el paso del tiempo, esta interesante práctica, los descubrimientos y la ciencia se aunaron para ser parte esencial de museos, conservación y educación sobre la naturaleza, constituyendo un mecanismo que permite la recreación del aspecto perfecto de cada pieza como si aun poseyeran vida.

Los profesionales de esta disciplina, no terminan su cometido cuando acaban la pieza, también deben luchar contra el desafío que supone la exposición y muestra de las colecciones, que pueden verse afectadas por el daño de la luz, el paso del tiempo, plagas, polvo, deterioro o degradación a causa de la temperatura y los elementos naturales. Mantener y restaurar los ejemplares es un proceso arduo y laborioso, tal vez más que la disecación en sí. En los talleres de taxidermia, se ejecutan tareas de retocado, rehabilitación y reparación de cada ejemplar. Tareas que pueden durar semanas o meses en función de las necesidades que presente la pieza.

La labor del taxidermista

El trabajo que lleva a cabo un taxidermista, ha de ser metódico, requiere a su vez de grandes dosis de paciencia, destreza y capacidad artística junto a la creatividad. Requiere a su vez de empirismo, puesto que, en algunos países, se imparte como asignatura en algunas carreras, aunque lo más habitual es adquirir las destrezas y conocimientos en talleres, cursos y haciendo prácticas con maestros que dominan el arte.

No en vano, muchos amantes de la naturaleza, aprenden la disciplina como hobby y realizan la actividad a nivel personal. Para ello, hay que aprender todo lo relativo al retiro y cuidado de la piel, pues se trata de la materia prima con el que se va a trabajar. Para poder trabajar con esta materia prima, el taxidermista profesional o aficionado, deberá contar con conocimientos más que básicos sobre la anatomía del animal con el que va a trabajar. Estructura del mismo, músculos, huesos, postura, su forma de caminar o moverse y hasta como se detiene.

Poseer estos conocimientos es fundamental para poder replicarlo en el ejemplar con el que se esta trabajando. Para conservar la piel, hay que tratarla mediante el uso de químicos y sustancias que ayuden a “curarla”. Este proceso de curado es fundamental y puede demorarse según las proporciones y dimensiones del animal en cuestión. El trabajo debe ser minucioso puesto que será la piel la que proporcione la apariencia natural del animal a la hora de exhibirlo.

Un buen taxidermista, ha de ser capaz de preparar una estructura o representación del animal, sea con arcilla, yeso o mediante el uso de otros materiales. La figura final debe poseer la apariencia o ser lo más fiel posible al animal cuando estaba vivo.

Ocasionalmente, pueden utilizarse los huesos del propio animal para aportar rigidez y estructura a la representación. Es posible que se utilice madera o tubos, según las necesidades de cada pieza.

En pocas palabras, el taxidermista es un artista que improvisa, busca y perfecciona su trabajo utilizando los mejores y mas eficientes materiales. Estos deben se resistentes al paso del tiempo, ligeros y a la vez, fuertes.

Actualmente, el trabajo de la taxidermia, se lleva a cabo utilizando moldes para hacer las creaciones. Se trata de moldes prefabricados con poliuretano que hacen que los trabajos sean más rápidos.

Un taxidermista debe hacer el desuello (sacar la piel del animal), cortar el cráneo a la altura de los ojos y atornillarlo al molde. Al utilizar moldes, la naturalización de la postura puede presentar cierta rigidez.

Los más puristas, se dedican a la taxidermia artesanal, que mantiene el cráneo original de cada pieza. Se práctica el desuello y se limpia el cráneo. En el caso de la cabeza y el pecho, se pone un eje de madera (u otro material) y se forma el grosor del pecho y cuello con un material más moldeable que el citado poliuretano. Estos profesionales o aficionados, realizan un trabajo de escultura preciso que recrea al animal tal y como es en vida.

Esta técnica, indudablemente más llamativa, permite que, una vez montado el animal, se le procure la forma que se quiera. Gracias a los conocimientos de la naturaleza que posee un buen taxidermista, pide darle una forma más natural y hacer que cada trabajo, sea diferente y único.

La ética y los principios del taxidermista

Esta disciplina, llevada a cabo de forma profesional o a titulo personal, cuenta con una serie de normas éticas y principios por los cuales ha de regirse. Principalmente debe tenerse en cuenta el origen de los ejemplares. En la gran mayoría de las ocasiones, sobre todo en lo referente a muesos o centros de estudios, reciben las donaciones de los ejemplares desde zoológicos que los entregan ya muertos para que sirvan a la investigación, prolongando así, la vida útil del animal con un fin educativo.

Otro de sus principios éticos, es que la práctica de la taxidermia, debe ser encaminada a conservar animales que puedan ser capturados bajo las leyes de caza que disponga cada país y las organizaciones que correspondan. Es decir, no puede capturarse y quitar la vida a un animal sin razón aparente, ni hacerlo sufrir para este fin. La conservación ha de hacerse bajo el cumplimiento de las normas establecidas respecto a la caza y consecución de cada ejemplar. Se trata de un trabajo llevado a cabo por amor a la naturaleza, una vez, los animales perecen para otorgarles otra finalidad, con una vida útil diferente.

Compartir post:

Entradas relacionadas

Scroll al inicio