A solo un mes de la declaración del estado de alarma y el confinamiento obligatorio como medida preventiva ante la pandemia del Covid -19 ya se le había catalogado como la mayor crisis económica de los últimos 80 años, de la que las más de 100.000 familias que viven del taxi no se iban a poder salvar.
El sector del taxi de España está compuesto por 63.494 titulares de licencia de taxi, de los cuales el 98,3% son trabajadores autónomos, y en torno a 35.000 conductores asalariados, dando sustento a las 100.000 familias que mencionamos anteriormente, las cuales se verán afectadas a nivel económico a raíz de las medidas cautelares dictadas por el gobierno.
Lo cual se suma a la fuerte crisis que venían viviendo debido a la irrupción de la modalidad de vehículo de alquiler con conductor (VTC) liberalizado del año 2009 al 2015, que ha pasado de 2.500 vehículos a casi 17.000 en toda España.
Taxis en cuarentena: la situación de los taxistas durante la cuarentena
El confinamiento extremo al que se vio sometido el mundo entero, por supuesto, afectó cientos de actividades económicas, sobre todo las de servicios, como en el caso de los taxis.
Los datos oficiales de movilidad urbana en el período de alarma, reflejan un descenso medio del 80% en los desplazamientos en días laborables, alcanzando el 90% los fines de semana.
Las medidas cautelares emitidas por el gobierno obligaron durante los momentos más duros de la pandemia, que coinciden con el aislamiento, a reducir el número de vehículos en las calles al 50-50, siendo que la mitad de los taxis trabajan un día y, al día siguiente, el otro cincuenta por ciento, lo que se traduce en que a diario solo circulan 275 vehículos de las 553 licencias existentes.
Incluso, Taxi 2 Airport Barcelona confirma que algunas ciudades han tomado medidas para reducir la oferta de taxis como, por ejemplo, Sevilla, donde solo podía trabajar diariamente un 25% de la flota, Barcelona, con un 20%; Madrid hasta un 50%, entre otros cientos de municipios españoles, según números oficiales.
De este modo, la actividad económica y la facturación de los taxistas estuvieron hasta el final del mes de mayo en torno a un 10 o un 20% de las cifras normales. Esto porque la actividad ha sido inferior al 75% de la normal, y ahora está remontando a entre un 20 y un 40%, según las distintas comunidades autónomas.
Así, la actual caída media de la facturación de los taxis supera el 80% de pérdidas respecto a 2019. Comenzando el año, los meses de enero y febrero de por si fueron de baja recaudación, y encima, la reapertura de las actividades económicas, recuperación de derechos y libertades y salida real del encierro total de la población (o la tan conocida “desescalada”) se vino a dar ya durante los meses de junio y julio, las previsiones de pérdidas hasta esa fecha son de aproximadamente el 72% en el primer caso y en el 76%, en el segundo, respecto al mismo periodo de 2019.
Ante las previsiones de reducción de tráfico en focos de demanda como aeropuertos, puertos y estaciones de tren o autobuses, hoteles, etc., aunado al desplome del turismo nacional e internacional producto de la pandemia, las consecuencias son catastróficas para el sector del taxi español, quienes dependen de dicha demanda, mensurable en torno al 30% de la recaudación en las grandes ciudades como Madrid, Barcelona o Málaga, y otras menores de gran atracción turística, según datos de las principales emisoras de taxistas.
Además, la orden de cancelación de toda clase de eventos, como festivales y conciertos, fiestas populares, congresos y pruebas deportivas durante esos meses y el resto del año (según lo que las autoridades han anunciado que prevén), supondrá también severas pérdidas económicas para el servicio de taxi quienes sacaban provecho de estas afluencias de clientes.
Por otro lado, la ausencia de la vida nocturna del país da la estocada final sobre este campo laboral. Sin contar que la implementación del teletrabajo dentro de las grandes compañías que son clientes abonados habituales de las emisoras y plataformas digitales de taxistas ha apoyado las pérdidas del sector.
Incluso, la crisis se evidencia aún más en las ciudades más pequeñas o menos turísticas y en zonas rurales, donde los ingresos por taxi son muy inferiores a las grandes capitales, donde los ingresos cayeron a niveles insuficientes para la subsistencia.
Por último, como único punto a favor durante la pandemia está la mayor frecuencia de uso del servicio, por un transvase de viajeros del transporte colectivo al taxi, creciendo el número de potenciales usuarios del taxi por miedo al contagio de Covid-19. Sin embargo, esto no llega a suponer un incremento de facturación mayor del 8-12%.
El virus como pasajero
Además, al sector del transporte en taxi no solo le tocó lidiar con los riesgos económicos, sino también con los de contagio, ya que son considerados uno de los grupos más vulnerables ante el Covid-19.
Un taxi tiene todos los ingredientes para ser un espacio inseguro y expuesto a la contaminación debido a ciertos factores: el primero es el contacto estrecho. Dentro de un vehículo las personas están a menos de dos metros de distancia, la cual es la distancia recomendada por los expertos para prevenir el contagio.
El segundo factor es que las puertas, la cojinería y hasta las ventanas quedan expuestas a que los usuarios las toquen sin lavarse las manos y dejen el virus allí por horas.
Sin embargo, lo que más eleva el riesgo es la interacción humana, que en el caso de los taxistas se incrementa debido a que reciben y entregan dinero.
Puesta en marcha postpandemia
Según el presidente de los taxistas, la actividad seguirá sin remontar hasta que se reanude el ocio nocturno, el cual apenas está comenzando a cobrar vida en el mes de julio. Además que sigue sin haber público para partidos de fútbol, no se celebran fiestas populares y que la actividad de turismo aún no toma vuelo.
Respecto a las medidas para mejorar el sombrío panorama de los taxistas “como plan de ataque a la actual ausencia de ingresos, necesita de una prestación extraordinaria por cese de la actividad (que está por ver si llega realmente), la suspensión de las cotizaciones de autónomos y la reducción al 50% de todos los impuestos relacionados con la actividad del taxi, incluidos hidrocarburos, de modo inmediato y hasta el levantamiento completo del estado de alarma” afirma el presidente.
Además, para ofrecer liquidez sería necesario que se aplacen por un plazo de tres meses (prorrogables) cualesquiera cuotas de leasing, renting o préstamos ordinarios derivados de la adquisición de taxis o sus licencias, al menos los correspondientes al período de alarma, posponiendo su pago al final del contrato correspondiente. Esto, para al menos darle un respiro al sector.
Seguidamente, a medio plazo, en otoño, se debería implantar una rebaja de impuestos permanente junto con una reforma rápida y una regulación sectorial, estimulando la financiación para incorporar nuevas tecnologías, que a su vez puedan estar alineadas con políticas de trazabilidad sanitaria que se apliquen a otros modos de transporte, y apostar por la excelencia en la comercialización de servicios, especialmente mediante empresas de la economía social. Por último, y decididamente, flexibilizar tarifas y modelos de vehículos aptos para taxi, invertir en formación y acelerar la transición al eléctrico.