En España hemos tenido, a lo largo de muchas décadas pasadas, una dependencia del campo que ha sido brutal. Tal cuestión no ha sido una cosa exclusivamente nuestra, sino que se ha repetido en muchos países de nuestro entorno. Sin embargo, España es cierto que ha tenido más problemas para adaptarse a las nuevas necesidades de la sociedad. En otras palabras, hemos seguido teniendo dependencia del campo cuando muchos otros países de nuestro entorno han ido tecnologizándose y desarrollando nuevos modelos de negocio. Aquí también lo hemos hecho, pero más tarde.
Las labores de agricultura han sido muy importantes a lo largo de toda nuestra historia y especialmente en los pueblos de diversas regiones y provincias de nuestra geografía. Todavía hoy quedan bastantes personas que se dedican, por suerte, a labores como estas. Pero sí que es cierto que los pueblos que normalmente han sido agrarios viven ahora unos momentos en los que su importancia se ha reducido de un modo considerable. Lo peor para ellos es que da la sensación de que todavía no han tocado fondo.
La reducción de productores y agricultores en el sector agroalimentario español no ha hecho que la competencia no sea tan dura. La situación es más bien la contraria. Vivimos en un momento en el que los controles de calidad son de lo más importantes y variados, y conseguir superarlos es algo que a los agricultores les hace competir por obtener una mejor calidad en su producción. Mantener todo bajo control para que esto se cumpla es algo que cada día es más complicado y que exige una cantidad de trabajo enorme.
Los agricultores españoles, además, se están encontrando con enormes problemas a la hora de realizar su trabajo. Según ha informado el portal web Innova Spain, son cinco los grandes problemas a los que se enfrenta este sector. Entre ellos se sitúa uno de los que ya hemos hablado en este escrito: la falta de tecnologías que hagan más fácil, rápido y eficaz el trabajo. Pero el artículo al que hemos hecho referencia no menciona nada acerca de otro de los problemas que más está dando que hablar en el sector: la aparición de plagas.
En los últimos años está siendo habitual ver en la tele numerosos casos de huertas y campos dominados por las plagas, algo que está destruyendo el trabajo y el futuro de muchos pequeños y medianos agricultores. Muchas de las empresas que viven de estos proveedores notan en el mercado este tipo de contratiempos. La verdad es que, a la hora de competir, esto supone un problema de primer nivel y este es el motivo por el cual una entidad como Control Plag ha venido incidiendo en los últimos meses en la necesidad de acabar con todo tipo de plagas.
Es evidente que padecer una plaga es una cuestión de pérdida de confianza por parte de todos los clientes. Recuperar la confianza en un agricultor cuyo terreno ha padecido una o varias plagas es muy difícil. Diríamos que es prácticamente imposible y que hay muy poca gente que haya conseguido algo como de lo que venimos hablando. Padecer una plaga es una desgracia y hay que trabajar mucho y muy bien para que la gente vuelva a colocarnos entre sus preferencias. Así que lo mejor es, sin duda, no padecer nada como esto.
¿Un retorno a la vida en el campo?
Hemos hablado al principio de este artículo que, durante los últimos años, el número de agricultores ha caído de una manera drástica. Pero, ¿qué va a pasar a partir de ahora? Un artículo del diario 20 Minutos hace referencia a que cada vez hay más personas que, como consecuencia de la falta de empleo en las ciudades, han probado un nuevo proyecto de autoempleo que tiene en el campo a su aliado más fiel. Y es que esta es una manera de ganarse la vida que, a pesar de que se encuentra en desuso, todavía puede ser bastante rentable.
Solo los años venideros nos dirán qué es lo que ocurre. Lo cierto es que cultivar productos para su consumo va a seguir siendo necesario en la sociedad en la que vivimos. Los pequeños agricultores son tremendamente importantes para el resto de la gente y eso hará que su actividad no decaiga aún más. El desarrollo en este tipo de negocios es el mismo que el que viven las empresas de otros sectores: es cíclico. Hay momentos mejores y peores. Seguro que dentro de unos años la situación es mucho más boyante que la actual. Pero, para eso, es necesario evitar problemas como lo son la falta de tecnología o la invasión de plagas.